Quisimos subir los cuatro, pero realmente era complicado, Dani no estaba por caminar, así que primero subí yo un tramo, pero como me fuí cargado con la mochila y hacía mucho frío volví rápido, no llegue a la segunda torre. Después ya subió mi mujer y Victor, ellos estaban más ligeritos, ella subió hasta la cuarta torre y Victor llegó a la quinta, dónde unos chinos se hicierón fotos con él, jajajajaja. Se mereció la placa de haber subido, todo un recuerdo de nuestro paso por la Gran Muralla.
Tras la visita, y como estabamos hambrientos, nos llevarón a un tipico restaurante chino, turistico, que incluía una visita a la tienda de artesanía del restaurante.
Todas las mesas eran circulares, y en el centro una bandeja que podías hacer rodar para ir comiendo lo que más te apeteciera, trajerón todos los platos a la vez, primeros, segundos y postres, los niños se volvierón locos con las verduras y la fruta. La verdad es que estaba todo muy bueno, hasta un licor de muy, pero muy alta graduación, del cual me tomé un chupito y me quemo desde la punta de los labios hasta el estomago, jajajajaja...., por cierto, que Dani de palillos nada, sólo come con cuchara...
Después de comer bajamos a visitar la tienda, y tras unas pequeñas compras ya nos llevarón de regreso al Hotel, dónde aprovechamos para hacer unos bolos en la bolera del Hotel, después a cenar y ya a dormir, que al día siguiente teniamos el tema del Consulado.
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